El Lago
Van las mujeres vírgenes a sumergir su rostro lozano,
en las aguas del lago,
en las tibias termas del parto celeste y arcano,
donde gimieron las náyades en sus retablos.
Van a borrar su memoria con el agua,
a no recordar a los hombres de la fragua,
a olvidar entre ondinas y enagua,
los espíritus de Damajagua.
Van las mujeres vírgenes que no conocieron marido,
a mojarse en el lago,
a humectar sus guedejas y su hilo
de oros y de platas consuelo y halago.
Quieren al cielo, aman a la tierra,
Confían en los pájaros y en las fieras,
Que invisibles les ven desnudarse,
Como inmaculadas estrellas.
Van las mujeres huyéndole a la reptante macagua,
casi le besan con sus pies y se suben a la macagua,
y desde sus copas ven volar a la macagua,
sobre las crestas minúsculas del lago la jagua.
Van las mujeres sin hervores a mojarse al lago,
a juguetear de conucos,
a retozar con eunucos
aires áridos y vernales. Amago
pues con demasía un sereno vaivén,
que es de luces armonía,
fresca brisa abuclada del edén.
Siguen las doncellas, siguen vertiginosas,
a espaldas desnudas la luna su voz exorna,
entre árganos de guayacán y lacrimosas
pendientes de orillas y ojos finos e improntas.
Siguen juveniles sonrisas, delicadas y vivijaguas,
enmarcando cometas y de nubes tejen bibijaguas,
puentes para las mujeres a temple de sudor y majaguas.
Dicen que el lago es la fuente del Leteo,
dicen que solo la inocencia encuentra sosiego y apogeo,
entre sus frescuras cándido bureo,
solaz de orquídea y ebúrneo perineo.
Van las mujeres a empapar el llanto,
van todas entre canchalaguas.,
vestidas de tataguas,
cabalgando las camaguas
de hados verdes y rojizos.
Siguen, siguen las más bellas,
las orgullosas entre panizos,
y las tímidas tras bonizos,
son delicadas echapellas.
Todas van al lago sin excepción,
a recibir bautizo y extremaunción.